En la noche negra de mi mala suerte,
¡ay, santa Lucía de mi corazón!
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como dos civiles me llevan tus ojos
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por la carretera del mayor dolor.
Yo tenía mi estrella, mi sol y mi luna,
¡ay, Santa Lucía de mi corazón!,
pero desde el día que me vi en tus ojos
ya no tengo estrellas, ni luna, ni sol.
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Y más que mi suerte,
y más que la muerte,
más negros "toavía"
son esos "sacáis" que me están matando.
¡Ay, Santa Lucía!

Tus ojos negros, tus ojos,
tiene la culpa de "to";
si no los hubiera visto,
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por los clávitos de Cristo,
que no me viera así yo.
Quiero que esos dos luceros
me alumbren de noche y día,
porque si no yo me muero, ¡vida mía!
Tus ojos negros, tus ojos,
candiles de mi dolor,
tus ojos tienen ls culpa,
tus ojos tienen ls culpa,
tienen la culpa de "to".

Debiste dejarme ciega de repente,
¡ay, Santa Lucía de mi corazón!,
y así de seguro no hubiera sabido
la mala partida de esta sinrazón.
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Porque yo no puedo vivir sin tus ojos,
¡ay, Santa Lucía de mi corazón,
y en la noche negra que me da la muerte
es lo que mil veces le pido yo a Dios.
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Y de esta negrura,
y de esta amargura,
y de esta agonía
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la culpa la tiene tus ojitos negros.
¡Ay, Santa Lucía !