Aunque los mares azules fueran leños encendidos,
Mi barco los cruzaría.
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Si me dieran los perules doblones de oro fundido,
Ni el oro me detendría.

Copla que empieza termina cual llanto de una mujer,
Que la ausencia es una espina, ay, que sólo cura el volver.
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Desclavé del suelo los rojos tacones,
caí en los jipíos del polo y la caña.
Y con un sollozo dije a mis canciones:
allí nos espera la Luna de España.

Vámonos, vámonos, vámonos pa' Sevilla
Que por Triana va la Mariana con su cuchilla.
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Con envidia me señalan los cafetines,
con los amantes de la parrala.
Vamos pa' la verde esquina de la lima y el limón,
Donde tengo una vecina trastornada del corazón.

Vamos lirio y petenera
Vamos doña Sol y Lola
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que si no estáis a su vera
con la Concha por bandera,
España se queda sola.

Cuando una copla entrelaza otro corazón y el mío,
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La garganta se me afila.
Si canate para dos razas y las dos me han entendido
Puedo morir tranquila.

Desde Cádiz hasta el Plata, de Madrid a Bogotá,
Yo fui una Concha de nácar, ay,
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que bautizó en un cantar.
Y por los palacios de viejos y reyes y por la manigua del Sol y la caña.
Esta cantaora no tuvo más leyes que poner tirones de sangre de España.

Vámonos, vámonos, vamos pa' los Madriles
Donde Almudena vende violetas to's los abriles.
Granada lo merece,
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que hace a las niñas emperatrices de los franceses.
Vámonos por el ganapierde del oscuro callejón.
Donde están los ojos verdes llorando su perdición.